viernes, 16 de noviembre de 2007

Sentirte

Tocar tu cuerpo. Acariciar tu pecho. Introducir mis manos entre tus cabellos. Sentirte. Todo se reduce a este momento. El mundo no existe y comienzo a crearlo con la punta de mis dedos. Toco tu piel mientras oleadas de calor atraviesan nuestros cuerpos. Coges mis manos y besas mis dedos y todo va cobrando forma: tus ojos, tus labios sobre mi mano, el olor del deseo en el ambiente, el sonido de las palabras susurradas junto a mi oído.

Mi mano se acerca a tu sexo y lo acaricia a través de la ropa. Noto como crece siguiendo mis caricias. Poco a poco desabrocho tu pantalón e introduzco mi mano para sentirlo pleno y erecto entre mis dedos mientras te acaricio. Quiero elevarte a lo más alto y aún así me detengo. Quiero ser yo quien escriba esta historia, quien marque todas las pautas. Y ahora quiero que te muestres para mí.

Te desnudas despacio y suspiro al verte tal y como siempre te he imaginado. Intercambiamos miradas y deseos. Me agacho ante ti, sumisa y a la vez dueña de tu cuerpo. Mis labios y mi lengua le habla a tu sexo con un lenguaje que sólo él sabe comprender, y contestas con susurros y jadeos.

Vuelvo por el camino recorrido y cuando estoy a tu altura tu sexo roza con el mio. Te empujo suavemente sobre la cama y me coloco sobre ti. Te deseo cada vez más. Entras y te acojo y poco a poco todo es fuego y ansia, pasión y fuerza y juntos llegamos a un final que nos hace relajarnos. Nos separamos pero aún así te siento mio.

Sentirte. Volveré a sentirte al cerrar mis ojos, volveré a tenerte en mi próximo sueño.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Mi primer paseo

Hoy he decidido salir a pasear por primera vez por mi pequeño rincón. Un rincón de sueños. No necesito salir a la calle, ni siquiera salir de mi casa para caminar por mis sueños. Simplemente, tengo que cerrar los ojos y empezar a volar.

Sueño contigo. Puedo verte y sentirte frente a mí. Puedo notar tus manos que recorren mi cuerpo por encima de la ropa. Estas conmigo. Beso tu cuello, tus labios y tus mejillas, porque necesito sentir tu sabor. Noto como tu cuerpo responde a las primeras caricias de mis manos, que quieren conocerte, quieren aprenderse todos tus contornos. Las tuyas anhelan lo mismo y las siento caminar por debajo de mi blusa. Un jadeo escapa de mis labios cuando alcanzan su destino y aprietas y acaricias mi pecho, mientras tu otra mano viaja por mis piernas recorriendo despacio mis muslos, deteniendose en el encaje del borde de mis medias solo para hacerme desear más, mucho más. Te apartas y me miras unos instantes, unos segundos que ya no son tales, puesto que el tiempo ha dejado de existir. Solo existe nuestro mutuo deseo.

Me miras como buscando confirmación en mi mirada y la encuentras en mis ojos y en mi cuerpo completamente entregado a ti. Tus manos buscan suavemente mi sexo mientras tus labios me besan con ferocidad, con ansia. Con delicadeza apartas la ropa e introduces un dedo entre mis labios y llegas al mismo centro del deseo. Me recuestas y ahora son tus labios los que se acercan a mí. Tu lengua me recorre como si me conociera desde siempre, como reconociendome en cada beso y en cada caricia, aunque no nos hayamos visto nunca. Pero eres mi sueño, te conozco y me conoces mucho mejor que nadie. Eres norte y eres sur, referencia y destino de mis más ocultos deseos. Eres amo y a la vez escalvo, soy tu dueña y sin embargo me encadenas. Si existe el paraiso, tiene que ser algo muy parecido a esto.

Te deseo dentro de mí. Parece que entiendes perfectamente mi anhelo solo con escuchar mis suspiros y jadeos, aunque ni una palabra haya salido de mi boca. Pero en este momento eres mio y solo tú sabes todos y cada uno de mis más escondidos pensamientos.

Entras en mí. Tus ojos clavados en los mios, tu pecho rozando el mio y tu sexo moviendose en el mio. Te abrazo muy fuerte, porque te quiero todo para mí. Nada importa ahora, ni pasado, ni futuro o en antes y el después. Solo el aquí y ahora, tu deseo y el mio y nuestra entrega.

Te sueño.

A lo mejor tú también me sueñas, a tu manera y en la distancia. Quien sabe, algún día puede que nuestros sueños crucen un mismo camino y hasta podamos soñar juntos.