martes, 11 de diciembre de 2007

Acercate a mí

Ven. Entra y mira. Aparta estas cosas y sientate cerca de mí. Voy a desnudarme para ti. Puede que desnude algo más que mi cuerpo, puede que te deje ver un poco de mi alma. Tan solo un poco, lo suficiente para que por ese resquicio puedas ir conociéndome cada vez un poco más.

Con lentitud desabrocharé la cremallera de mi falda y la bajaré poco a poco por mis muslos. Tu mirada irá al compás de la ropa y lentamente recorrerá mis piernas enfundadas en media negras. Tus ojos se detendrán en mi ropa interior, pequeña y negra que deja entrever lo que esconde detrás.

Despacio iré desabrochando los botones de mi blusa mientras mis ojos se clavan en los tuyos. Sin embargo, tu no ves mis miradas ya que las tuyas están puestas en mi cuerpo. Sonrío y me siento acariciada por tu ojos. Me miras de arriba abajo tan solo vestida con medias y ropa interior negra.

Ahora me tumbo en la cama y pienso en ti, que sin moverte me sigues observando. Mis manos acarician la tela de mi tanga suavemente, sin prisa. Tu respiración se acelera casi imperceptiblemente, pero aún así yo lo noto. Lo noto en el aire que me trae la respuesta de tu cuerpo.

Mis manos se introducen debajo de la ropa. ¿Lo notas? Son mis manos, pero son las tuyas. Y mientras me acaricio, con los labios húmedos y los ojos cerrados, tus manos caminan hacia tu sexo. Ahora es mi respiración la que se acelera y pequeños movimientos de mi cuerpo se acompasan a los de mis manos, cada vez un poco más rápidos. Algunos gemidos y susurros se escapan de mis labios cuando mi cuerpo estalla en un intenso placer. Suspiro, más tranquila y calmada.

Y ahora, acercate, porque son tus manos las que quiero.